20 oct 2010

Situación de los docentes en Capital

Después de un año, 5 paros sin respuestas...¿cómo la seguimos?

La conducción de nuestro sindicato (UTE) es responsable del grado de desmovilización de la docencia. En las intervenciones de las escuelas en el último plenario se notaba que no había como días atrás una profunda decisión de paro, podríamos decir que el ánimo de paro se circunscribía a las escuelas más golpeadas por la crisis social. Escuelas en donde sus maestros cansados del arduo trabajo deciden justamente parar para poder descansar. Es asì que en los distritos de la zona sur (D.E. 4,5,19 y 21) y en menor medida el 3º los paros pasados tuvieron un alto acatamiento, y seguramente que de haber salido la propuesta de paro los compañeros hubieran parado. Sin embargo esta actitud no se refleja en grados de organizaciòn y movilización. Por lo que el paro se disuelve en fuerza.
Por otro lado el resto de las escuelas, con menos carga social, prefieren no parar fundamentalmente por miedo a los descuentos - ya que no se sienten respaldados por el sindicato- y en menor medida (D.E. 1,2,7, 8) por no ponerse los padres en contra. Es decir los compañeros desorganizados, aislados en las escuelas, sin delegados que los representen, deciden lo que es mejor para ellos mismos, para su escuela, sin poder pensar en el conjunto de la capital.
Esto se debe a que el sindicato no ha hecho absolutamente nada para revertir en los últimos meses el grado de desmovilización. Es más hubo más delegados en el plenario que en la última movilizaciòn, demostrando así las pocas intenciones de realizar un plan de lucha serio.

La conducción estuvo muy preocupada por las elecciones en CTERA y CTA, y como viene haciendo hace años, descuida totalmente la organizaciòn de base. Luego de una semana de aprietes por parte del gobierno y sin presencia del sindicato, más allá de algunos distritos aislados, era entendible que los docentes decidieran no parar. El miedo de los docentes se basa en la desorganización causada por la dirección del sindicato.

Debemos revertir, de a poco, el grado de desorganización.

Impulsemos los cortes, radios abiertas, abrazos a las escuelas o lo que dé.
Demostremos qué sindicato queremos.
La participación es la única salida.

Con las fuerzas que queda en las escuelas debemos mostrarle a los compañeros que no es en casa como resolvemos nuestros problemas.
Espacio Docente CHEMAESTRO

8 oct 2010

La historia que pudo ser
de Don Eduardo Galeano

Cristóbal Colón no consiguió descubrir América, porque no tenía visa y ni siquiera tenía pasaporte.

A Pedro Alvares Cabral le prohibieron desembarcar en Brasil, porque podía contagiar la viruela, el sarampión, la gripe y otras pestes desconocidas en el país.

Hernán Cortés y Francisco Pizarro se quedaron con las ganas de conquistar México y Perú, porque carecían de permiso de trabajo.

Pedro de Alvarado rebotó en Guatemala y Pedro de Valdivia no pudo entrar en Chile, porque no llevaban certificados policiales de buena conducta.

Los peregrinos del Mayflower fueron devueltos a la mar, porque en las costas de Massachusetts no había cuotas abiertas de inmigración.

Eduardo Galeano, Bocas del Tiempo


COLÓN
de Don Eduardo Galeano



Desafiando la furia de los vientos y el hambre de los monstruos devoradores de barcos, el almirante Cristóbal Colón se echó a la mar.

Él no descubrió América. Un siglo antes habían llegado los polinesios, cinco siglos antes habían llegado los vikingos, y trecientos siglos antes que todos habían llegado los más antiguos pobladores de estas tierras, a quienes Colón llamó indios, creyendo que había entrado al Oriente por la puerta de atrás.

Como no entendía lo que esos nativos decían, Colón creyó que no sabían hablar; y como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gente de razón.

Aunque murió convencido de que sus viajes lo habían llevado al Asia, Colón tuvo sus dudas. Las despejó en el segundo viaje. Cuando sus naves anclaron en una bahía de Cuba, a mediados de junio de 1494, el almirante dictó un acta estableciendo que estaba en China.

Dejó constancia de que sus tripulantes lo reconocían así; y a quien dijera lo contrario se le darían cien azotes, se le cobraría una pena de diez mil maravedíes y se le cortaría la lengua.

Al pie, formaron los pocos marineros que sabían firmar.